De cómo atraemos inversiones

Según el DRAE, atraer es “ganar la voluntad, afecto, gusto o atención.” ¿Qué tenemos y hacemos para ganar la voluntad o la atención de los inversionistas?

Fuerza laboral capacitada y saludable, no. Con la mitad de la niñez desnutrida (es decir, condenada de por vida al subdesarrollo y la desventaja por no haberse alimentado adecuadamente), y un sistema educativo en deterioro, lejos estamos de ofrecer mano de obra calificada. De hecho, pareciera que nuestra mano de obra atrae a quienes basan su forma de hacer negocios explotando a gente que no tiene otra opción que sobrevivir aceptando lo primero que aparezca. Los que mejor han aprovechado este “atractivo” perverso son los narcos. Pero no son los únicos. La lógica de un maquilero abusador de mujeres, no es muy distinta a la de un narco.

Justicia y respeto a la ley, tampoco. Se nos vio con buenos ojos, incluyendo inversionistas de calidad, porque, por fin y pese a tanta tragedia, juzgábamos con nuestro propio sistema de justicia a un genocida. Pero no, acabamos de perder esa oportunidad de ser competitivos con países que tienen sistemas judiciales que funcionan mejor que el nuestro. Quedó demostrado que queremos atraer inversionistas que su negocio se base en manipular juzgados y retorcerle el brazo a magistrados para obtener fallos acorde a sus intereses, caprichos y negocios. Ningún empresario honesto y con principios querría invertir en un país en el que es posible manipular al tribunal constitucional. Se preguntará: ¿cómo voy a esperar un tratamiento justo si contra quien debo enfrentarme en un tribunal simplemente manipula a los magistrados de la CC porque es más fuerte o tiene más dinero que yo?

Infraestructura de calidad y confiable, capaz de soportar terremotos o tormentas, tampoco. Las fallas en nuestro sistema judicial mantienen la ilegal “deuda flotante” como una muestra de impunidad rampante. Si se pueden violar las leyes del presupuesto y de contrataciones sin que pase nada, pues ¿qué se puede esperar en cuanto a los controles de la calidad de las obras de inversión pública en infraestructura? Los inversionistas de calidad lo que ven es que en los primeros tres días de lluvia de este invierno ya estábamos de rodillas…

Reglas claras y justas que aseguran un mercado competitivo y sin privilegios, tampoco. Porque acá “competitividad” quiere decir dar el privilegio de no pagar impuestos. Un inversionista emprendedor, que en su lugar de origen supo salir adelante con esfuerzo e innovación, pagando sus impuestos como todos los demás, ¿qué va a querer venir acá, si hay un grupito que goza exenciones tributarias, contratos sesgados y otros privilegios fiscales?

Y así sigue una larga y trágica lista de características que hacen que los “inversionistas” que atraemos sean voraces depredadores que necesitan de la corrupción para salir adelante, y que no pueden competir en los países en los que deben pagar impuestos, salarios justos y respetar las leyes.

Es una pena que en la “investment summit” no se hablara de esta realidad. Nos lo dijeron los presidentes y expresidentes invitados, pero eso no fue más que discurso protocolario. En las “ruedas de inversión” no se habló de reformas estructurales a nuestro sistema educativo, la erradicación de la desnutrición infantil y la lucha frontal a la impunidad, entre otros elementos de un desarrollo socioeconómico con equidad.

Fue la misma cantaleta de megaproyectos: corredor interoceánico, oleoductos, turismo, minería, generación de energía… Lo de siempre: miopía onerosa, excluyente cortoplacista y trágica, dejando de lado la realidad.

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