Sin embargo, esta rectoría, casi monárquica, será puesta en duda en esta década, básicamente por cuestionamientos serios en torno de sus procesos de actualización. Cada año que transcurre, la USAC pierde representatividad en el mundo universitario, pues sus homólogas privadas aglutinan ya más del 50% de la demanda a nivel nacional, y puede preverse que para el año 2025, la USAC podrá cubrir tan sólo un poco más del 25%.
En la página oficial se informa que el monto de la matrícula USAC asciende a Q60 anuales, la misma cifra de varias décadas atrás. Cuestionamos la falta de pertinencia y de actualidad de estos valores, lo cual es preocupante, por ser síntoma de una problemática más grave y profunda. ¿Es válido trasladar la carga financiera al pueblo, en general más necesitado y más desprotegido? ¿Están siendo estas becas utilizadas de manera oportuna y eficiente?
Del tema financiero, se escuchan continuas quejas de la USAC solicitando el cumplimiento de lo que la Ley establece. Sin embargo, nadie cuestiona el modelo económico sobre el cual opera, a pesar que la universidad pública tiene una gran responsabilidad de mostrar elevada eficiencia financiera, por recibir considerables fondos provenientes del Estado.
¿Por qué no se ha modificado la matrícula universitaria? En ignorancia de disposiciones legales que defiendan esta invariancia, señalamos ilegitimidad de tales normativas a la luz de la considerable caída del poder adquisitivo del quetzal, y las actuales condiciones de pobreza que sufre la gran mayoría de los guatemaltecos.
Apuntemos 1974 como año basal y efectuemos unos sencillos análisis comparativos. En ese año, nuestra moneda era la más dura del continente, tanto como el dólar estadounidense, en razón 1:1. De hecho, muchos comercios recibían un dólar a la tasa de 0.80 Q/$. En este contexto, la USAC cobraba la matrícula por medio de cuatro pagos trimestrales, de Q 15 cada uno, suma que representaba más del 10% del salario mínimo, suficiente en ese entonces para alimentar a una persona durante medio mes.
La cuestión es simple: esta cuota debe ser actualizada a través de un factor amplificador. Podemos estimar este factor a nivel país, como un promedio, observando primero que la paridad actual del dólar respecto al quetzal es un poco menor que 8 y agregando la caída del dólar respecto de sí mismo. Cálculos arrojan un factor medio conjunto cercano a 40, intercuartil de 30-60. Esto significa que en las últimas cuatro décadas los precios de bienes y servicios se incrementaron en un factor comprendido entre 30 y 60, dado que los precios de unos bienes han aumentado más y otros menos, dependiendo de si son bienes de consumo mayoritario o no.
Así, podemos estimar que un auto que en los 70´s costaba Q2,000, ahora debería tener un precio cercano a los Q80,000. Así, la cuota mensual que la USAC debería aplicar hoy es de 40 veces Q5. Sin embargo una mejor estimación, da un mínimo de Q300, puesto que la capacidad económica del estudiante USAC ha mejorado más que la capacidad económica del guatemalteco promedio.
Es definitivo que esta década será prueba de fuego para la Universidad Pública. Debe reevaluarse no sólo la cuota estudiantil, sino más radicalmente, deberá reconsiderarse con urgencia la política universitaria subyacente en el lema “Id y Enseñad a todos”, pues ya no se trata de abarcar más, sino de apretar mejor. Estamos en el momento justo para que la Institución Universitaria enfrente el reto de su liderazgo ante la nación, iniciando una Reforma Académica seria basada en un nuevo paradigma filosófico, adecuado a las exigencias y realidades del siglo XXI.
* Inicialmente matemático, realiza estudios diversos a nivel de postgrado en las áreas de Currículo, Investigación Social, Filosofía, Psicología, Física, Seguridad Industrial, Medio ambiente, Calidad y Economía de los Recursos Naturales. Actualmente se desempeña como consultor independiente de Modelos Matemáticos para la Epidemiología Analítica y la Educación.