Cinco factores para domesticar a la prensa

Si usted quisiera fundar un medio de comunicación rentable en Guatemala, tendría que identificar a algunos sectores o figuras intocables. Es decir, aquellas personas o empresas que nadie se atreve a criticar con profundidad en un medio que dependa de la pauta publicitaria. Naturalmente, la calidad de intocable no implica que alguien esté violando la ley. Por el contrario, existe un mecanismo refinado de control denominado modelo de propaganda[1], cuya versión chapina es apenas un engranaje en un entramado global donde se construye consenso ideológico en atención a intereses corporativos.

Esto es fundamental. Para Chomsky, «el modelo tiene un cliente y un producto a la venta. El cliente es el anunciante, y el producto a la venta es usted, o sea, quien lee, escucha o mira un programa noticioso». Lo anterior implica que un medio rentable responderá principalmente a los intereses de sus anunciantes.

El modelo incluye cinco factores:

  1. La propiedad del medio. Quien posee el medio tiene interés en que la organización sobreviva en el tiempo, crezca y genere utilidades. Ese interés es legítimo y condiciona las decisiones en la empresa. Lo anterior se corresponde con la paulatina concentración de medios en pocas manos, algo que se expresa en Guatemala en conglomerados que incluyen medios escritos, radio y televisión. Mientras tanto, las redes sociales no tienen la incidencia de la radio y la televisión, aunque comienzan a desafiar a los medios escritos.
  2. El financiamiento. Este se genera, en la mayoría de los casos, a través de la pauta, que ahora incluye al Estado. Sin publicidad, un medio escrito en Guatemala apenas podría sobrevivir. Y los intereses de quienes pagan prevalecen por encima de los intereses de quienes se informan.
  3. Las fuentes de información. Ningún medio guatemalteco envía corresponsales fuera de las fronteras, salvo casos excepcionales. De esa manera, a nivel nacional se depende de las corporaciones que diseñan la agenda pública para los centros hegemónicos. De paso en Guatemala, el modelo excluye algunas fuentes no afines al consenso ideológico como RT o Telesur, que además están censuradas para la mayoría que consume televisión por cable.
  4. Los ataques concertados (flak). Dirigidos contra temas y personas en atención a los intereses corporativos. En Guatemala se evidencia este mecanismo disciplinario en contra de la protesta social, que tiende a ser criminalizada mediante el encuadre periodístico, especialmente cuando se toma el territorio de manera efímera. Asimismo, se construye aversión por lo social. Y en ese marco, periodistas y medios que no se alinean con la impunidad han sido objeto de presiones y ataques de diversa índole.
  5. La ideología anticomunista y el miedo. Es parte de la agenda de los medios el ataque a cualquier proyecto posneoliberal o a cualquier intento de cuestionar la ideología hegemónica en Guatemala. En ese sentido, el enemigo ideológico visible es el chavismo y los proyectos políticos opuestos al neoliberalismo que se concentran en un concepto límite: populismo, que sirve como paraguas para cualquier cosa que contradiga el discurso oligárquico y ponga en duda el progreso y la prosperidad nacional.

Nótese que cualquier proyecto político puede analizarse a la luz de indicadores o de balances de aciertos y errores. Pero en los casos enunciados se magnifican los errores y se minimizan o ignoran los logros. Coincidentemente, en regímenes afines al neoliberalismo, el tratamiento es mucho más condescendiente.

Es importante mencionar que en Guatemala el modelo de propaganda coexiste con burbujas de disenso y que en algunos casos hay medios que sobreviven pese a su compromiso con la libertad de expresión. Pero esos medios y algunos y algunas columnistas y periodistas son la excepción que suaviza la imagen del modelo ante la población que consume información, siempre que no se crucen ciertos umbrales, como les sucedió a José Manuel Chacón (Filóchofo) y a Marielos Monzón, por citar un par de ejemplos de personas que optaron por la coherencia aunque perdieran un empleo.

De esa manera, mientras los medios de prensa sean empresas lucrativas, habrá intereses y límites. Y en ese marco pueden existir periodistas honestos y coherentes, pero no por ello estarán libres de la última palabra del cliente.

Por supuesto, en Guatemala la violencia es todavía un recurso en contra del disenso, la protesta social y la libertad de expresión. Los recientes asesinatos de periodistas dan cuenta de ello.

 


[1] Chomsky, N. (1989). Necessary Illusions: Thought Control in Democratic Societies.

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