Antes de los 30

Esta es una de las realidades expuestas por el PNUD en el Informe de Desarrollo Humano de este año, que fue presentado este lunes recién pasado en el Teatro Nacional. Ese día, el Teatro estaba abarrotado. Estaba ahí el Presidente, los Ministros, los Embajadores, los funcionarios, pero esta vez, los jóvenes eran los protagonistas. Desde los estudiantes que llenaron los balcones hasta los presentadores (Michel y Paola) eran jóvenes.

El informe de este año se centra en la vida de los jóvenes y las oportunidades que tienen a su alcance en Guatemala, divididas en cuatro categorías: oportunidad de vivir, de aprender, de participar y de disfrutar. Las cifras presentadas fueron muchas, pero personalmente me impactó muchísimo una de las que estaba incluida en la sección de la Oportunidad de Vivir. La sección incluye cifras sobre la probabilidad de morir antes de los 30 años. La cifra a nivel país es del 9%. En los hombres el porcentaje se eleva a 12%. Eso quiere decir que uno de cada diez hombres no llegará a su tercera década de vida. Imagínese de nuevo, un grupo de diez, esta vez de hombres jóvenes que usted conozca. Uno de ellos perderá su vida antes de los 30 años, víctima de la violencia. El porcentaje para las mujeres es la mitad que para los hombres, 6%.

Desgraciadamente, ejemplos abundan para ilustrar esta realidad. Esta semana se hizo público el caso de Daniel, quien fue secuestrado y luego asesinado en Guastatoya, El Progreso. Daniel tenía 12 años. Daniel no llegó a los 30. Atrás se quedó la oportunidad de estudiar, de disfrutar, de participar. Muchos otros corren el mismo peligro. Guatemala no le puede garantizar a sus jóvenes ni siquiera 30 años de vida. Se nos olvida que el derecho a la vida no es solo es nacer, sino que implica también el derecho a la seguridad. Seguridad sobre su vida, su integridad, su patrimonio. La probabilidad de agredir, asaltar o incluso matar a alguien y seguir impune es altísima en nuestro país.

En América Latina, constata el IDH, la probabilidad de que un joven muera como víctima de homicidio es 30 veces mayor a la de jóvenes en países como Grecia, Australia o Japón. ¡Treinta veces! Los hombres siguen siendo la mayoría de las víctimas, pero el femicidio esta creciendo a pasos agigantados. Entre el 2007 y el 2011, el fenómeno ha tenido un incremento del 390% y las mujeres menores de 35 años son las principales víctimas. El hecho de vivir en medio de esta realidad hace que invada una eterna paranoia, angustia y tensión que nos limita el resto de libertades.

Como siempre, hay que ver más de un lado de la historia. En el caso de Daniel, cuatro personas han sido detenidas, sindicadas de haber cometido el crimen. Tres de ellos son menores de 30 años.  El IDH también revela este lado de la situación, al exponer que de los detenidos por homicidio en el 2011, más del 50% de los detenidos tenían entre 18 y 29 años.  No faltará quienes atribuyan esto a que los jóvenes “se meten en cosas malas”, haciéndose los locos de la complejidad del asunto. Más allá de conclusiones simplistas, esto lo que revela es que ser joven es riesgoso en Guatemala. Es una vida alta en peligro, baja en oportunidades. El desarrollo humano pleno está lejos todavía para la gran mayoría. Los que tenemos entre 18 y 29 ahora nos toca luchar, a la mayoría nos ha tocado vivir de cerca la violencia y el miedo. Pero si de algo sirve el IDH es para darnos cuenta que somos muchos, que somos fuertes y que tenemos en las manos la capacidad de hacer que en 10 años, no seamos los que ven para abajo a los jóvenes, no seamos los que dejan que se repitan las historias como la de Daniel. 

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