Imágenes, imágenes

Nada más común que cruzarse por la calle con un ángel medio en equilibrio sobre un taburete, intercambiar una mirada con él, quién sabe si musitar un saludo o quizás aprovechar para pedirle por lo bajo algún favor. Por si acaso.

Nada más normal que ayudar a una Virgen a cruzar un río, como un miembro más de la familia, quizás algo desvalido, o abrigar a un Cristo de la lluvia y protegerlo del barro con un mero plástico usado, sin más miramientos.

En definitiva son gente como nosotros.

Eso parecen indicar las fotos de la nueva exposición de Santiago Albert, «Imágenes, imágenes», que nos invita a compartir una mirada distinta sobre las fiestas y tradiciones religiosas de Guatemala. Una mirada que nos sorprende y abre espacio a la reflexión, en la galería Casa del Mango, en Antigua Guatemala, a partir de su inauguración el 21 de marzo, a las seis de la tarde.

Lejos de las convencionales fotos de solemnes Cristos, Vírgenes y santos de dramáticos rasgos que, sobre imponentes andas, recorren las calles adornadas con alfombras de vistosos colores, acompañados de sus encapuchados o nazarenos, Santiago Albert opta por orientar el lente de su cámara hacia la gente “de a pie” que con su sencilla presencia, da realidad a la fiesta y a la celebración.

Padres con sus niños-ángeles en brazos, pareja de ancianos en solitaria conversación en la penumbra de la iglesia, muchachas camino a la diversión entre sonoras risas, esqueletos protegidos entre ruinas recibiendo los últimos toques de pintura…: escenas que captan el vivir y el sentir de los participantes anónimos que saben de la calle y sus adoquines.

Atrás quedan lo espectacular y el folklor, la solemnidad y las jerarquías. Se pierde quizás en colorido. Pero se gana seguro en autenticidad. Porque con su peculiar mirada – en el sorpresivo encuentro del ángel con el transeúnte -, Santiago Albert acerca lo sagrado a la banalidad del día a día, lo hace parte de la vida. Establece una complicidad entre lo cotidiano y lo religioso y traduce de esa manera la autenticidad del fervor espiritual. Un fervor vivido en la intimidad de cada uno pero que se manifiesta igualmente en la sencilla alegría del estar juntos. Recogimiento y movimiento a la vez.

Su dominio de la luz y del movimiento, su saber captar la expresión de los ojos, nos permite adentrarnos en la profundidad y complejidad de cada uno de los hombres y mujeres fotografiados. Y si opta por el blanco y negro, es precisamente porque, más que el color, permite al espectador “concentrarse en la esencia de la imagen, en la dignidad de la gente”, como subraya el brasileño Sebastiao Salgado.

Las fotos que nos ofrece son parte de un extenso trabajo, resultado de horas, días, semanas, meses de dejar las huellas de sus zapatos estampadas por calles y caminos. De San Andrés Sajcabajá, a Joyabaj, de Chichicastenango a San Idelfonso Ixtahuacán, de Olintepeque a San Andrés Iztapa, Esquipulas, Amatitlán, San Antonio Palopó, Santiago Sacatepéquez, Antigua Guatemala, Santa María de Jesús, San Juan del Obispo…. Ir, y volver, y conversar, y sentarse con niños, mujeres y hombres de Guatemala para respirar este país.

Un extenso y constante recorrido, siempre atento a “lo que está y se ve y lo que sin verse está” y unas conversaciones, que nos invita a compartir una vez más.

Fotografías por Santiago Albert
Texto por Edouard Pons

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